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No puedes cambiar lo sucedido, no puedes cambiar lo que hiciste o lo que te hicieron. Pero puedes decidir cómo vivir ahora. Edith Eger.

Mariyana Huseinovic:

Nació el 02/11/71 en Bosnia. De grandes ojos celestes, cabello negro, largo y lacio, herencia de su padre, nariz pequeña, moteada de pecas, facciones de pómulos salientes y elevados, labios delgados. Era una composición perfecta la su rostro de piel blanca en contraste con el cabello endrino. Su piel presentaba un aspecto suave y terso, sin defectos, tenía la palidez típica de las mujeres eslavas. Era alta y espigada y de aspecto frágil. Su cuerpo era delgado, atlético y firme, de estrecha cintura, caderas de curvas contundentes y senos que le desbordaban el talle. En sí, su belleza era sublime, delicada y elegante. Mariyana es un nombre búlgaro. Lo eligió su madre. Pero en su familia la llamaban Maša. Mariyana significaba la elegida, la amada de Dios y la compasiva. Los antiguos aseguraban que el nombre es un presagio, ya que en el nombre de una persona se esconde su fatum. Precisamente, esa compasión le selló su destino la primera vez en Rogatica para mantener a su lado a Leila.

Hasta abril de 1992 era una chica sonriente y jovial con un alma cándida, que detestaba la mentira. Era una hija amada, hermana respetada y nieta consentida, vivía en un ambiente estable y cordial en un pequeño pueblo de montaña: Srebrenica, en la región del valle del Drina, famosa por sus minas y aguas termales. Había sido feliz allí, una joven de clase media como cualquier otra, despreocupada y apegada a su familia y a sus amigos. Era camarera y ayudante de cocina en el restaurante familiar U Partizanski, ubicado en la calle principal Maršala Tita.

Viajó con su hermana a Rogatica para socorrer a su abuela enferma Katarina Zekić y quedaron atrapadas en el infierno de uno de los conflictos más devastadores del siglo XX, como ella mismo lo dice: ´´esa llamada fue la chispa que desató un fuego infernal que casi nos devoró a mi hermana y a mí. Tal vez, si Branka no hubiese desoído la orden de la abuela Kata, nosotras no habríamos vivido lo que nos marcó para siempre´´. Pág. 59. Aquí hay dragones. La historia de La Diana I.

Leila de 16 años y ella eran vírgenes, y nunca habían tenido novio, sabían poco de la intimidad entre un hombre y una mujer. A partir del verano del 92, estuvieron en manos de las bestias serbias, como ella misma las denomina. Fue objeto de abusos y humillaciones que habrían enloquecido a otra mujer menos fuerte que ella. Se inmoló durante casi tres años y se convirtió en una criatura sumisa y amordazó su verdadera naturaleza. Todo esto, por mantener a Leila con vida, porque de las dos, era la más fuerte. Toda su atención se centró en sobrevivir porque su hermana estaba allí y se pegó a ella como si fuera su sombra. Aunque no logró salvarla de la condición de esclava sexual de Zver como Vuh, le hizo a ella. El cautiverio la había convertido en un ser al que despreciaba. A lo largo de esos años en Rogatica, Leila había sido su faro. Sin ella, la oscuridad la habría devorado y transformado en una criatura similar a Vuk. Había perdido la confianza en el género humano. Ella lo expresa así: ´´Me quebraron tiempo atrás, me destruyeron, y no sé si soy capaz de amar´´. Pág. 437. Aquí hay dragones. La historia de La Diana I.

Ni siquiera a los psiquiatras fue capaz de hablarle de lo que le ocurrió. Odiaba su actitud, que pretendían hacerle creer que sabían cómo funcionaba la mente, cuando en realidad las heridas del alma eran incurables. Hasta ahora, lo único que habían hecho era ponerle un nombre a su trastorno: afenfosfobia. A la afenfosfobia, se le sumaba otra condición, la hiporexia: falta de apetito. Se obligaba a comer para mantener la masa muscular y la energía. Pese a que no le había mencionado a su hermana menor la inapetencia que padecía desde hacía años, Leila lo sabía, como lo sabía todo. Por eso no soportaba mirarla a los ojos, a pesar de la insistencia con que Leila buscaba los de ella. En este ejemplo, observamos como la hermana menor conocía a la mayor: ´´Me avergüenza admitir que en los años posteriores a Rogatica, durante el período en el cual mi hermana hizo una regresión a la infancia y dejó de hablar, una parte oscura dentro de mí deseó que nunca regresara del sitio que había construido para protegerse del recuerdo de lo que acabábamos de vivir. En ese refugio, Leila había escondido sus memorias, pero también las mías´´. Pág. 116. Aquí hay dragones. La historia de La Diana I.

A diferencia de la mayoría de los pobres desgraciados que caían en manos de los serbios, ella había salido viva del infierno de Rogatica, con cicatrices, sí, pero con una fortaleza en el cuerpo y en el espíritu que la capacitaba para luchar con coraje y determinación. Contaba con la cualidad de recrearse, lo que le había permitido sobrevivir. Desde su liberación, había llevado una vida fuera de lo común, variada, independiente, con viajes y misiones militares. Un día nunca había sido igual al otro. Mariyana Huseinovic, ya no era la joven inocente y despreocupada. Recelaba de todos, y sin embargo, al conocer a Lazar Kovać le había bastado esa primera cena para bajar la guardia. La pregunta que se hacía era: ¿por qué se había fijado en ella? ¿Qué le había visto? ¿Qué lo impulsaba a hablarle con esa sinceridad? Desde que le conoció, sentía orgullo por Kovać, como si él fuera de ella, como si estuviesen unidos, y sus éxitos también fuesen de ella. Ese orgullo jamás lo había experimentado por nadie.

Las dos veces que se había enamorado, primero de Mirko Torlak siendo una adolescente, después de Sergei Markov siendo una mujer, el sentimiento había nacido gradualmente. En cambio, lo que Lazar Kovać le provocaba le resultaba desconocido. Había sido incapaz con Markov. ¿Por qué lo lograría con Kovać? Su voz interior, le aseguraba que sería distinto porque Kovać lo era.

Sin embargo, la bestia se escondía aún en la tierra que ella había llamado patria tanto tiempo atrás y se cernía otra vez sobre ella. Esta vez también la secuestra y la tiene en cautiverio, y al igual que en la época del Veljko Vlahović, la manipulaba con la amenaza de separarla o de hacerle daño a Leila, ahora se servía de Darko. Vuh poseía a las personas que le permitían mantenerla a raya. La pesadilla se repetía en un ciclo macabro que se cortaría con la muerte de alguno de los dos, no existían alternativas.

Evolución del personaje: La Diana

Mariyana/Maša/La Diana/Diana Huseinovic es el personaje principal de Aquí hay dragones y Dime, ¿quién es como Dios? En la primera etapa, la conocemos como Mariyana/Maša, una muchacha de 20 años, que parte de Srebrenica a Rogatica con Leila. Todo esto cambia radicalmente, cuando las tomaron prisioneras y las encerraron en un campo de detención.

Es ahí, el comienzo de su etapa de transición, desde aquella mañana del 30 de julio de 1992, cuando Vuh se la llevó al Veljko Vlahović y la violó. Vuh ejerció violencia sobre su cuerpo y se impuso por la fuerza. Durante su detención, había padecido todas las crueldades, aberraciones, atrocidades y sevicia que un ser humano puede infligir a otro. Diana fue sistemáticamente violentada, brutalizada y humillada por Dragoslav Kirilo Milanković alias Vuh, al someterla y convertirla en su esclava sexual, sin derecho a rebelión o el castigo caía sobre ella inexorablemente: ´´cuando se hartó de mi sublevación, me redujo a latigazos con la hebilla del cinto. Cada golpe asestado me rasgaba la piel y las gotas de sangre regaban el piso de granito. Mis alaridos se mezclaban con los insultos de mi atacante y con los clamores de Leila, que no se cansaba de aporrear la puerta´´. Pág. 621. Aquí hay dragones. La historia de La Diana I.

En esos años durante la guerra, vivió lo que ninguna persona debería vivir. La vida se le fue de las manos y estuvo a merced de Vuh, su carcelero. Este no ahorró escarnio, que no le hiciera para doblegarla y someterla a su voluntad: ´´continuaba exigiéndome que le preparase los alimentos. El espectáculo de arrojar un poco de comida al piso y obligarme a comerla frente a sus soldados se repetía´´. Pág. 625. Aquí hay dragones. La historia de La Diana I. E incluso, la llevó a sitios donde vio su depravación en los pobres seres que caían en sus manos: ´´Me maniataba en una esquina y me obligaba a mirar mientras él, los primos Lukić y otros altos mandos se ensañaban con las mujeres y las niñas. Era intolerable ver cuando abusaban de las pequeñas que no entendían nada´´. Pág. 629. Aquí hay dragones. La historia de La Diana I. Pero, como si esto fuera poco, al inicio del 94 Vuk se obsesionó con se empapase de la historia del pueblo serbio durante la Segunda Guerra Mundial y la obligaba a dar la lección. La sancionaba sin clemencia si cometía cualquier error: ´´Me atiborraba de libros que me obligaba a leer. Después, me tomaba lección y me aplicaba dolorosos correctivos si me equivocaba´´. Pág. 631. Aquí hay dragones. La historia de La Diana I.

No hay guerra sin horror. Las mujeres bosnias fueron violadas en masa y nacieron cientos de niños como consecuencia, de esos actos aberrantes. Cuando una violación termina en embarazo, la vida de las víctimas se pulveriza. Eso le sucedió a Mariyana a principios de junio de 1994, después de dos años de cautiverio. Todo cambió cuando supo que estaba embarazada de su captor. Una criatura nacida de la violencia y el odio de un ser despreciable, que jamás habría debido reproducirse y perpetuar su estirpe. Un ser que él la había obligado a engendrar y que los uniría para siempre, aun después de la guerra. Sin embargo, Vuk, había amado a esa hija desde que había descubierto que su cautiva turca la llevaba en el vientre. La había defendido y protegido, incluso de la propia madre, que no admitía su amor por ella. Lo hacía para lastimarlo a él, tanto como él la había lastimado a ella. Por lo cual obligada a tenerla, la deja atrás y esto la marca definitivamente. Cualquier recuerdo la transportaba de nuevo Veljko Vlahović: ´´como si aún encarnase a la muchacha desvalida, a merced de un monstruo, como si nunca hubiese escapado de ese lugar. En realidad, nunca lo había hecho, seguía allí, atrapada, y tenía la impresión de la escuela Veljko Vlahović estaría cerca de sus pensamientos hasta el final´´. Pág. 308. Dime, ¿quién es como Dios? La historia de La Diana II.

Después de tres años de torturas físicas y psicológicas y de la violación reiterada de su cuerpo, ante la tragedia de Kosta, ni siquiera su amor incondicional por Leila y su resguardo la contuvo y atacó al hombre que la había destruido y la pasión con que lo odiaba desbordó su ira largamente contenida: ´´Le arrebaté el cuchillo del cinto, el que acababa de emplear para castrar a Kosta, y le clavé la punta en el pómulo izquierdo y lo arrastré hacia abajo con rapidez, hasta el cuello, aplicando una fuerza que le dibujó un surco profundo. Tambaleó hacia atrás, los ojos desorbitados e incrédulos fijos en mí´´. Pág. 899. Aquí hay dragones. La historia de La Diana I.

Todo estos sucesos, hace que desaparezca completamente Mariyana/Maša, la joven virtuosa, presa del odio visceral que le provocaba Vuh. Ese monstruo no solo ultrajó su cuerpo sino que le destruyó la vida como la había conocido hasta ese momento porque asesinó a Mariyana Huseinovic para crear este nuevo ser lleno de heridas y culpas, cuya sed de venganza la consumía. No soportaba la mención de su verdadero nombre, porque esa muchacha débil que había sido, no fue capaz de salvar a su abuela de la muerte ni a su hermana del ultraje: “¡Ey, Mariyana! Esta noche te correrás para mí, ya verás.” ¡Mariyana! ¡Mariyana! Empecé a detestar el sonido de mi propio nombre y a la persona que lo portaba´´. Pág. 384. Aquí hay dragones. La historia de La Diana I.

De esta forma, la vida como la había conocido hasta ahora, terminaba para dar comienzo a este nuevo ser despiadado y letal, al que despreciaba. Al iniciar su tercera etapa como La Diana es una mujer calculadora que desconfiaba hasta de su sombra. Así se hizo dos tatuajes: la frase que la alertaba de los peligros, Hic sunt dracones, y la imagen del arcángel San Miguel que sometía al dragón. En París, se convierte en soldado profesional. Había comenzado a desarrollar las destrezas en artes marciales con su maestro japonés Takumi Kaito. Pero después del asesinato de Sergei Markov, su novio, se cierra totalmente a los sentimientos. Los hombres dispuestos a cortejarla no le despertaban la más ínfima reacción. En Londres se profesionaliza para llegar a ser un soldado de élite: ´´Después de casi un año transcurrido en los campos de adiestramiento más avanzados y exigentes del mundo, percibía que así como los músculos se le habían endurecido y contorneado y su cuerpo trabajaba con la eficiencia de un mecanismo bien aceitado, su espíritu y su mente habían adquirido una fortaleza que la desembarazaba del último vestigio de vulnerabilidad. ´´. Pág. 28. Aquí hay dragones. La historia de La Diana I.

Marcada por ese brutal entrenamiento que la había preparado para enfrentar cualquier situación, lo que Kovać le provocaba al conocerlo le resultaba vertiginoso y esa pérdida de control la asustaba. Los escudos que con tanta meticulosidad había erigido en torno a ella empezaban a desmoronarse. Pero ¿qué sentía? Atracción, se respondió. Es el inicio de su sanación y reconciliación consigo misma, gracias a ese encuentro que la libera de los dragones. Así surge definitivamente en su última etapa Diana, a la que Lazar le devuelve su esencia de mujer, la que había sometido y que Kovać había empezado a reconstruir desde las ruinas, porque ella quiere tener una vida plena, y no ser alguien dañado. De alguna manera, evitó que mataran su espíritu, y se dio esta segunda oportunidad. Por eso, le declara a Lazar que es lo mejor que le ha sucedido en su vida. Esto es lo más sincero que había expresado en mucho tiempo. A ella todavía la tenía perpleja el modo en que se entregaba a él, sin condiciones, sin recelos, cuando en el pasado todo le había resultado sospechoso y amenazador. En realidad, todo empezaba y terminaba con él. Lazar Kovać la había convertido en esa nueva mujer, fuerte al tiempo que compasiva, la que el dragón no pudo destruir. Por eso él le dice: ´´Siempre sospeché que eras una sobreviviente, una guerrera, pero hasta leer tus memorias no tenía una idea cabal de la lucha que enfrentaste´´. Pág. 218. Dime, ¿quién es como Dios? La historia de La Diana II.

Por último, la hace enfrentar al dragón más nocivo que la habita: la culpa. Le confiesa a Kovać que la noche en que el comando entró en el campo de concentración y las liberó a ella y a Leila, abandonó a su hija. Él le explicó que lo que experimentaba por su hija era normal. Como ella, miles de mujeres fueron mutiladas emocionalmente a causa de una maternidad no deseada. Con mansedumbre, la había enfrentado a su dragón más cruel, el que le impedía admitir que amaba a su hija nacida durante el cautiverio y que había regresado a Bosnia para buscarla. Comprendió lo que Kovać le había afirmado: su fobia era un castigo que se imponía y no un rechazo o asco por el otro. El día en que se perdonara y levantará la barrera, podrá vivir en plenitud. Solo cuando se defiende en una lucha cuerpo a cuerpo o en una emergencia supera la fobia. Aceptar que amaba a su hija, aun en los días que siguieron a su nacimiento, la había liberado, le había concedido la licencia para amar a los demás. Algo estaba desanudándose dentro de ella, el proceso que se había iniciado a principios de esa semana en el gimnasio de Brano Mesić no tenía marcha atrás. Kovać, la estaba convirtiendo en una persona alegre, divertida, ocurrente, y feliz, que estaba sanando, gracias al amor que le brindaba a manos llenas y despertaba en ella a una nueva mujer irreconocible.

De ese modo, volvía a mostrar la expresión sonriente y vivaz de antes de la guerra. Lo desconcertaba con muestras espontáneas de afecto, y Lazar parecía conformarse con tan poco, le sonreía y la abrazaba con tanto afán que la hacía sentir el centro de su vida y de su atención. Ambos lo reconocen en esta cita: ´´—Eres lo más bello y perfecto que existe sobre la faz de la Tierra —declaró con voz quebrada—. No sé por qué me amas tanto. —Amarte es tan fácil; admirarte todavía más. Lo difícil fue conquistarte. Gracias por aceptar cenar con aquel sacerdote embobado, pobre como una rata, barbudo y pelilargo´´. Pág. 964. Dime, ¿quién es como Dios? La historia de La Diana II.