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LA HIJA DE LA ESPAÑOLA. ANALISIS

"Una realidad que algunos han llamado “el insilio” (estar exiliado sin salir de tu patria) y que no es otra que no identificarse con la sociedad donde naciste y creciste, porque eso que llegaste a amar ya está muerto "

Carlos Balladares Castillo.


Caracas está inmersa en una vorágine de violencia producto de los desafueros de un grupo de poder que espera mandar en el país sin ningún tipo de restricciones. Un grupo de jóvenes protestan ante las injusticias y la pérdida de un futuro viable. Estos jóvenes están siendo masacrados inmisericordemente, las fuerzas públicas aliadas con grupos armados llenos de odio y resentimiento persiguen y asesinan a los que se atreven a oponerse. El 2014 es el año en que el país se desangró y cambió, ¿para bien o para mal?, el tiempo lo dirá.

La novela La hija de la española de Karina Sainz Borgo, venezolana radicada en España, está ambientada en esta época aciaga. Es una obra que no pasa desapercibida, los que han vivido una cuota de violencia gratuita entenderán los recovecos de lo que cuenta.

RESEÑA

Es el 2014 y las calles de Caracas son el escenario de enfrenamientos entre estudiantes, el orden público y afectos al gobierno revolucionario. Adelaida Falcón muere después de una larga enfermedad. Su hija emprende los trámites funerarios que ha de realizar en ese momento. Con ansiedad, logra sepultar a su madre, donde su rutina familiar dará un vuelco cuando es desalojada por mujeres revolucionarias dispuestas a cumplir el propósito de allanar para apropiarse de viviendas. Ella busca ayuda en los apartamentos cercanos al suyo, logrando entrar al de Aurora Peralta, su vecina y la encuentra muerta. Igual se esconde en él, y ante las circunstancias que se le presentan: la invasión de su apartamento, la muerte de su vecina, la carta de la embajada española concediéndole un pasaporte español, toma una decisión trascendental que le hará dar una vuelta de 60 grados en lo que fue su vida. Mientras se narran esos cambios significativos ella va recordando su pasado y muestra una realidad, la historia venezolana, las tradiciones y costumbres heredadas entre las generaciones.

ANÁLISIS

Describe la historia de las Falcón, madre e hija, con el mismo nombre y apellidos, dos generaciones donde se narra las circunstancias que les tocó vivir en la azarosa historia del país, en el antes y después del quehacer político venezolano contemporáneo. Ante la enfermedad y muerte de su madre Adelaida Falcón, va presentando una serie de hechos que dan cuenta de la desvalorización, desaliento, pesadumbre y desesperanza de lo que se vive y se siente. A la vez cuenta los hechos del presente también nos lleva por la historia del país, sobre todo, refleja los valores culturales, sociales que han caracterizado la idiosincrasia venezolana.

Adelaida Falcón, la madre, fue maestra, y representa a esa mujer venezolana que no se amilanó ante las situaciones que surgían. Su novio la deja embarazada, y ella asume el compromiso de seguir adelante. Madre soltera que estudia, trabaja y se convierte en profesional, que poco a poco, con su trabajo logra su independencia económica, su apartamento propio y demostrar lo grande que llega para cumplir sus metas. Su profesión de maestra es en sí una declaración de valentía y de inteligencia. No solo estudió por tener una carrera, sino que sus anhelos su pasión era la lectura y el conocimiento. Y esos anhelos no podía dejarlos de lado, aunque viviera en un pueblito de Aragua alejado relativamente de la Capital.

Adelaida representa a una generación orgullosa por ser profesional, que estudió con las uñas, provenientes de familias pobres, algunas ignorantes, pero con una verdad que creció en su interior: estudiar para salir de abajo. Ser alguien como dicen en Venezuela los Abuelos y padres. Padres y madres, Obreros, campesinos, amas de casa, que no sabían leer, pero si sabían que querían algo mejor para sus hijos. No importa de qué pueblo recóndito viniera, su norte era estudiar y trabajar.

En los recuerdos de Adelaida hija, pinta una sociedad venezolana armoniosa si cabe decirlo. Habla de sus carencias económicas que eran vividas en su justa dimensión y que no se le permitía enturbiar las relaciones familiares, sociales. Sin olvidar lo que se vivía se aceptaban los momentos de jolgorios, fiestas y risas, un paréntesis para seguir adelante y lograr superar lo presente. La construcción de la sociedad hecha por hombres y mujeres venidos de cualquier pueblito venezolano con la intención de estudiar y trabajar. El extranjero se recibió y los que vinieron de afuera y encontraron un país que los recibió con los brazos abiertos y lograron enamorarse del sol tropical. Otra cosa que hace referencia en sus recuerdos era la visión que se tenía de los hijos bastardos, de los que tenía la piel menos blanca, de los “cafeconleche”.

Pero a pesar de esas tribulaciones económicas, sociales, culturales, su madre se tomó con seriedad inculcarle a su hija el valor del arte, la literatura y la historia.

La novela respira desaliento, desesperanza, pesadumbre, tristeza, no vislumbra un futuro diferente. Ante las circunstancias de violencia que se ensañan contra ella, sin buscarlo encuentra una salida para su obscuridad. En un momento de lucidez y con los suministros que ha encontrado, organiza eficientemente su escape de la tragedia que vive su país.

Si se va a juzgar de alguna manera la decisión de Adelaida de “huir” como lo concibió, hay que contextualizarlo dentro de las circunstancias que sufrió y la desarraigaron de su historia, su cotidianeidad, y su identidad y de todo lo que había heredado éticamente de su madre.

LA HIJA DE LA ESPAÑOLA