La Centuria: Familia von Ulricht
La Familia von Ulrich tiene dos ramas: los abuelos de Walter y Robert
eran hermanos, el menor se casó con una rica heredera alemana y abandonó
Viena para irse a vivir a Berlín, razón por la que Walter era alemán,
mientras que Robert era austríaco.
Otto von Ulrich: era fornido, y calvo, lucía un mostacho a la antigua usanza húngara. Había pasado gran parte de su vida en el ejército alemán, participó en la guerra franco-prusiana. Desciende de una antigua familia aristocrática, es diplomático alemán y se casó con una mujer acaudalada: Susanne von Ulrich. Los von Ulrich eran protestantes, y de esa unión nacieron Walter y Greta.
Robert von Ulrich: apuesto y muy quisquilloso. Es primo segundo de Walter. Robert se parecía a Walter, tenía las mismas facciones regulares y los ojos azules, pero llevaba el cabello más largo y se enceraba y rizaba el bigote, tenía el gesto hosco y taciturno, una expresión muy habitual en él, se sentía atormentado e infeliz. Sus sentimientos se veían atraídos hacia un grupo que, por la educación recibida, se suponía que debía condenar. La homosexualidad, en esos tiempos, estaba oficialmente castigada pero, al menos en los círculos en los que él se movía, se toleraba extraoficialmente y al final se había resignado a la idea de ser como era. Compartió apartamento en Viena cuando era estudiante con Walter y Fitz. Robert era un tradicionalista, como Fitz. Sabía todo acerca del amor prohibido de Maud la hermana de Fitz con Walter. Era un conde austríaco y agregado militar de la embajada de Austria en Londres. La rama de la familia de Robert era católica, igual que toda la élite austríaca. Fue amigo del archiduque Francisco Fernando, heredero al trono del Imperio austrohúngaro y parte de su camarilla: pensadores progresistas para los estándares de la corte vienesa.
Austria emprendió acciones contra Serbia y Robert había ido a la guerra, con el ejército austríaco. Al final de la contienda, Robert fue encerrado en un campo para prisioneros de Siberia. Cuando los bolcheviques firmaron la paz con Austria, Robert y su compañero Jörg Schleicher fueron liberados y tuvieron que caminar y montarse en trenes de mercancías para volver a casa. Tardaron un año, pero lo consiguieron, y al llegar Walter les encontró un apartamento en Berlín. Se habían afiliado al Partido Nazi en 1923 y lo habían dejado al cabo de dos años. Después de los sucesos trágicos en que murió Jörg en manos de los camisas pardas, Robert como ciudadano austríaco, había podido salir de Alemania y se había ido sin problemas a Inglaterra, donde se instaló.
Walter von Ulrich:
Es un hombre poco corriente, hijo de Otto y Susanne, de ojos de color avellana, alto, de facciones regulares, apuesto y encantador, de modales exquisitos. Lucía un bigote corto, tipo cepillo de dientes, pelo rubio, piel clara. Poseía una agradable voz de barítono. Tenía veintiocho años y podía considerarse una figura emergente. Vivía en un apartamento de soltero en Piccadilly. Es un viejo compañero de escuela de Fitz que venía a Ty Gwyn en vacaciones. Se conocían desde hace más de quince años. Fueron juntos a Eton. Hablaba inglés como un antiguo etoniano y también ruso. Tenía una inteligencia fuera de lo común. Había pasado dos años en el ejército y tres más en la academia militar antes de ingresar en el servicio diplomático. Aunque, su padre era uno de los mejores amigos del káiser, Walter ejercía como diplomático de rango inferior. Era agente secreto y agregado militar de la embajada alemana en Londres. El trabajo de Walter era sonsacar información. Para él, no existía vocación más alta que servir a su país. Walter era tan patriota como Otto, pero opinaba que Alemania debía modernizarse y convertirse en una sociedad más igualitaria. Creía que el sistema político alemán estaba desfasado, con su débil Parlamento, hecho que se comprobó con la llegada de los nazis al poder.
Es fuerte, pero no dominante. A pesar de provenir de una familia alemana conservadora, era radical. No obstante, tenía una mentalidad más abierta de lo habitual. En ocasiones, también podía ser convencional, además de lógico, precavido y respetuoso con la ley. Sentía una atracción inconfesable hacia Lady Maud Elizabeth Fitzherbert y estaba sorprendido de que ella se hubiera enamorado de él. Lo consideraba un privilegio que lo hubiera aceptado. Creía que era una mujer maravillosa. Hiciera lo que hiciese, siempre lo asombraba. Maud lo había atrapado y no tenía ningún deseo de escapar. Walter quería casarse con Maud y pasar la vida con ella. De hecho, no la concebía sin ella.
El cambio que produce en los von Ulricht las dos guerras:
El nacionalista bosnio Gavrilo Princip asesinó al archiduque Francisco Fernando, heredero al trono del Imperio austrohúngaro y a su esposa, la archiduquesa Sofía, a unos cuatrocientos metros del Vijećnica, el Ayuntamiento de Sarajevo el 28 de junio de 1914. Austria le declara la guerra a Serbia. Estos sucesos, dieron inicio a las hostilidades, que comenzaron en agosto de 1914. Ante estos acontecimientos desatados, Walter iba a ir a la guerra. Estaba dispuesto a morir por Alemania.
A partir de ese momento, cuando los dos países se enfrentan en un conflicto, un matrimonio entre un alemán y una inglesa sería repudiado. Por eso, se casa en secreto con Maud en Chelsea. Son testigos de ese matrimonio Robert von Ulrich y Ethel Williams. Van a pasar los próximos cinco años separados por la confrontación. En esos años transcurridos, salvo su noche de bodas, solo se juntan una vez en Zurich: ´´El familiar aroma de su esposa abrumó su sentido del olfato, y entonces Walter empezó a besarle el pelo y acariciarle la espalda. No podía hablar, por miedo a echarse a llorar´´. Pág. 612. La caída de los gigantes. Trilogía The Century 1.
Al terminar las hostilidades, llevaban tres semanas que se habían reencontrado en París. A partir de ahí, hacen público su matrimonio. Walter había regresado a Berlín y pensaba que ella podía echarse atrás. Maud al ver el pánico que tenía Walter de perderla, se sintió muy afortunada de que la amara con tanta pasión y le citó las palabras de Rut, en la Biblia: ´´Dondequiera que tú vayas, iré yo, y donde quiera que vivas, viviré; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios; donde tú mueras, moriré yo, y allí seré enterrada´´. Rut 1:16-17.
Vivían en una casa de clase media en Berlín. Su hogar se encontraba en el barrio de Mitte, en el centro de la ciudad. La carrera de Walter en el Ministerio de Asuntos Exteriores estaba estancada debido a su matrimonio con una inglesa. El sueldo de Walter subía cada mes, pero nunca al ritmo de la inflación.
Era 1923 y la intentona golpista de Munich se había acabado. Adolf Hitler estaba en la cárcel acusado de alta traición. Liberado ocho meses después, en 1924, Hitler obtuvo creciente apoyo popular. Ya en 1933, Adolf Hitler era el nuevo canciller, su Partido Nazi no disponía de una mayoría absoluta. Lo consigue con la ley habilitada en el Reichstag. Solo los socialdemócratas fueron los únicos que se atrevieron a votar en contra, dirigidos por Walter que había dedicado toda su vida, a convertir Alemania en un país libre y próspero y luchaba a brazo partido para salvar la frágil democracia de Alemania. Ante los hechos consumados, Walter dijo: ´´Mi vida ha sido un fracaso. Aquí acaban todas las esperanzas. La democracia alemana ha muerto´´. Pág. 70. El invierno del mundo. Trilogía The Century 2.
La llegada al poder de los nazis destrozó la vida de los von Ulricht. Walter ya no era diputado del Reichstag, había perdido el cargo con la ilegalización del Partido Socialdemócrata y de todos los demás partidos salvo el nazi. Walter desapareció del mapa político después de que Hitler ilegalizara su partido. No había ningún empleo que requiriese su experiencia como político y diplomático. Se ganaba la vida traduciendo artículos periodísticos alemanes para la embajada británica, donde aún conservaba algunos amigos. Tanto él como Maud eran realistas: sabían que si se quedaban en Berlín ponían en peligro sus vidas y las de sus hijos. Pero tenían un compromiso común que desafiaba a la muerte. Ambos pensaban que es mejor sufrir las consecuencias del mal que quedarse quieto y no hacer nada.
Lady Maud Elizabeth Fitzherbert: es inglesa, hermana de Fitz, quedó huérfana a la edad de 13 años. De pelo oscuro, ojos verdes, cuello largo y grácil, sus facciones eran angulosas, más impactantes que bellas, alta y atractiva. Era muy apasionada, fuerte, combativa e independiente, capaz de pensar por sí misma, tenía estilo y sentido del humor. Sabía tocar muy bien el piano. Era una feminista, e inconformista social, aunque sabía cómo coquetear. Fue una famosa representante sufragista en Inglaterra antes de la guerra.
Desde que tenía doce años y Walter diecisiete le había parecido muy seductor y apuesto. No había visto a Walter desde hacía diez años, y ni siquiera entonces había habido entre ellos ningún idilio, solo una atracción que fue creciendo con este encuentro en Ty Gwyn. Su amor por Walter se había despertado en su interior, ávido de deseo físico. Maud correspondía a los sentimientos de Walter, estaba enamorada de él. La conexión que sentían era de una proximidad tan intensa que tenía la sensación de que podía decirle cualquier cosa, hacer lo que le viniera en gana, sin reprimir nada. Se casó con Walter, justo antes de la Gran Guerra. El conde Fitzherbert, su hermano, aunque era rico e influyente, se había negado a ayudarla después de su boda con Walter von Ulrich, y era un hombre testarudo. En cincuenta años no cambiaría de actitud.
Después de cuatro años de pobreza, Maud trabajaba en un club nocturno llamado Nachtleben, donde tocaba el piano. Practicaba en las mañanas en el piano de cola Steinway, heredado, al igual que la casa, de los abuelos paternos de Walter, hablaba alemán con fluidez, y gracias al trabajo en el club también había aprendido las palabras más vulgares. No podían permitirse los sirvientes a los que Maud estaba acostumbrada, sin embargo, ella no se arrepentía de nada. Lo más importante es que, estaba con Walter. Así que, la aristócrata había aprendido a cocinar, hacer la cama, a planchar una camisa y a limpiar la bañera.
Maud había sido muy conocida como periodista de izquierda, pero los periódicos tenían vetados sus artículos, se quedó en Alemania para luchar contra los nazis. Amaba a su país de adopción, pero desde la llegada de los nazis había empezado a hacer comentarios irónicos, fruto del desaliento. Maud al término de la segunda guerra, trabajaba como intérprete para los estadounidenses. Era una de las mejores.
Greta von Ulrich: hija de Otto y Susanne. Hermana de Walter.
Erik von Ulrich: hijo de Walter y Maud, dos años mayor que su hermana Heike Carla, de bigote negro y recortado. Usaba el uniforme de las Juventudes Hitlerianas. Erik era un exaltado nazi. Estudiaba en la facultad de medicina de la Universidad de Berlín, igual que su mejor amigo Hermann Braun, también filonazi. Los Von Ulrich no podían costear las tasas de matriculación, pero Erik había obtenido una beca. Al estallar la guerra. Erik y su amigo Hermann pertenecían a una unidad médica adjunta a la 2.ª División Panzer.
Según Erik pese a todo lo que había ocurrido, todavía quedaban personas a las que les flaqueaba la fe en el Führer, para su asombro. Su propia familia seguía negándose a reconocer los triunfos de los nazis. Según él, su padre había sido un hombre con un buen cargo y poder, pero se había convertido en un personaje lastimero que no hacía más que quejarse. Su madre daba los mismos problemas. A pesar de ello, Erik enviaba a casa buena parte, de su sueldo, pues sabía que sus padres pasarían hambre y frío si no lo hacía. Detestaba sus ideas políticas, pero los quería. Ellos, sin duda, sentían lo mismo por las ideas políticas de su hijo. Pero, en su fuero interno, Erik empezaba a preguntarse si los planes del Führer eran realmente infalibles. Se planteó si su primera experiencia en la batalla podría acabar con la fe que tenía en el Führer. Ese pensamiento hizo que sintiera verdadero pánico.
Desde que vio a grupos especiales que trasladaban a los prisioneros fuera de la ciudad y asesinaban a hombres, mujeres, niños, incluso ancianos, tan débiles que era imposible que hicieran ningún daño y los llevaban a una cantera o una fosa había cambiado. Erik, volvió a casa a un paso de la muerte. Había contraído la tuberculosis en un campo de trabajos forzados soviético, y lo habían dejado en libertad cuando su enfermedad se agravó hasta el punto de impedirle trabajar. En el pasado, había cooperado con los nazis, ahora apoyaba al régimen soviético. Tras afiliarse al Partido Comunista, encontró trabajo como agente del nuevo cuerpo de seguridad que los ocupantes soviéticos habían creado en la Alemania Oriental.
Vivía en una fantasía, más allá de la razón. Era una de esas personas ineptas a las que asusta tanto la vida que prefieren vivir subyugados por una autoridad de hierro y que un gobierno que no admite discusión les diga lo qué tienen que hacer y pensar. Eran idiotas y peligrosos, pero había muchos como él.
Heike Carla von Ulrich: hija de Walter y Maud. Heredó la tez de su madre, y el cabello negro y los ojos verdes de los Fitzherbert. Era más guapa que Maud, con facciones muy marcadas. Cuando tenía cinco años anunció a todo el mundo que no le gustaba el nombre de Heike y que quería que todos utilizaran su segundo nombre, y la familia le hizo caso. Era muy competente y siempre había estado segura de que consagraría su vida a hacer del mundo un lugar mejor, como habían hecho sus padres. Había querido ser médico, como su hermano, pero le dejaron bien claro que, en la Alemania que le había tocado vivir, esa profesión era asunto de hombres. En ese momento, estaba formándose como enfermera, una ocupación mucho más apropiada para una chica alemana. Así, como su hermano, ella también ayudaba a sus padres con su exiguo sueldo. Le entristecía el declive de su padre, que cuando ella era niña había trabajado con denuedo y había gozado de cierto poder político, y ahora no era sino un hombre derrotado.
Carla podía haber vuelto a solicitar la beca, pero su familia era tan extremadamente pobre que dependía incluso de sus magros ingresos. Su padre no tenía trabajo, su madre daba clases de piano para ganar unos cuantos marcos y Erik enviaba a casa cuanto podía de la asignación que recibía del ejército. Hacía dos años que Carla era enfermera.
Carla sabía reprimir las emociones y prestar la ayuda requerida al presenciar los horrores y las brutalidades de los nazis todos los días: la actuación de los camisas pardas, destrozando las oficinas de la revista de su madre, lo que le sucedió a Rudi Rothmann y a su padre Isaac, Kurt, Axel y a su propio padre. Su madre tenía razón. Debían hacer cuanto estuviera en sus manos para pararle los pies al régimen nazi, aunque eso significase traicionar a su país. Ya no le cabía ninguna duda. Algún día los nazis serían derrotados.
Berlín fue arrasada por los bombardeos aliados. Cuando llegó el ejército rojo, todas las mujeres que Carla conocía entre quince y cincuenta y cinco años habían sido violadas al menos por un soldado soviético. Ella fue violada por cinco soldados rusos cuando liberaron el hospital judío. Quedó embarazada. En 1946 había tenido a Walter al que llamaban Walli. Carla volvía a trabajar de enfermera. A pesar de haber sido concejala socialdemócrata, Carla había conseguido conservar su puesto de jefa de enfermeras de un gran hospital. Se había casado discretamente con Werner Franck. Carla y Werner habían adoptado legalmente a Rebecca Rosen, una niña judía cuyos padres habían muerto al ser alcanzados por una bomba. Y después habían tenido una hija en común: Lili.
Su mayor pena era la muerte de su padre. Lo recordaba a todas horas. No obstante, todo el mundo tenía que morir, y su padre había dado la vida por el bien de un mundo mejor. Si hubiera habido más alemanes con su valor, los nazis no habrían triunfado. Ella quería emular todas sus acciones: criar bien a sus hijos, conseguir cambiar las cosas en la política de su país, amar y ser amada. Y, sobre todo, al morir, quería que sus hijos pudieran decir, como decía ella de su padre, que su vida había significado algo.
Ada Hempel: es la criada de la Familia von Ulrich. Tuvo un hijo ilegítimo: Kurt Walter, un bebé prematuro que había sufrido daños cerebrales y nunca sería normal. Estaba internado en la Clínica Infantil Wannsee, especializada en el cuidado de niños con discapacidades graves. Ada comentó que iban a trasladar a Kurt a Akelberg para someterlo a una nueva terapia que podría mejorar su estado de salud. Ahí, murió de apendicitis aunque no tenía apéndice. Se lo habían extirpado hacía dos años. A partir de este hecho, su aversión hacia los nazis era extrema.
La familia von Ulricht llevaba años sin pagarle. De todas formas, se quedó a vivir allí. En la noche aseaba una oficina, y de día limpiaba la casa de los von Ulrich a cambio de la comida y el alojamiento. En otro tiempo, la mujer había sido rellenita, ahora era delgada. Desde la muerte de Kurt se sentía apática. Antes dormía en el sótano, pero como estaba habilitado de refugio antiaéreo, tenía la habitación arriba.