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Es el personaje principal el cual describen de cabello rojizo, rostro sereno, mejillas huesudas, alto y delgado. Tenía un cuerpo de líneas y ángulos largos y rectos. Su firma era de rasgos finos. alt text Vivió en Stanton durante tres años, mientras estudió arquitectura en el Instituto Tecnológico. Había sido expulsado de la Facultad de Arquitectura por no someterse a sus lineamientos. A pesar del esfuerzo de algunos profesores por defenderlo, Roark decide dejar la escuela por cuestiones de principios.

Precisamente, por no comprometer su visión artística y personal lucha solo contra los convencionalismos sociales, las ideas preconcebidas, los prejuicios, y las mentes pusilánimes, completamente entregado, aunque de manera serena, a sus ideales, especialmente creyendo que ninguna persona debe jamás copiar el estilo de otra, sobre todo en el campo de la arquitectura. Está ávido de romper con todo lo hecho hasta ahora en los terrenos de la arquitectura. Es decir, rompe con la tradición, y no reconoce otra autoridad que la de su propio juicio independiente.

Sin lugar a dudas, como protagonista de la novela, se presenta como el epítome del hombre libre, individualista y sin ataduras, un visionario que no cede a sus necesidades personales, profesionales ni a las presiones económicas para adaptarse a sus clientes o a los gustos populares. Representa el triunfo del individualismo por su posición inconforme, y está dispuesto a enfrentarse solo contra el establishment de la vieja profesión, representado en los arquitectos que prefieren la resignación a la integridad, que rechazan las innovaciones y cuya única ambición es rendirse al gusto de las masas, aunque estén equivocadas.

Va a la ciudad de Nueva York, donde trabajó como dibujante de Henry Cameron, arquitecto incomprendido al cual admira. Después trabaja con Guy Françon y es despedido por Françon por insubordinación, trabaja brevemente en otra empresa, luego abre su propia oficina. Sin embargo, tiene problemas para encontrar clientes y finalmente decide cerrar. Toma un trabajo en una cantera de granito de propiedad de Françon, antes que aceptar encargos que le sometan a los convencionalismos y le alejen de la innovación en la arquitectura. En esa cantera conoce a Dominique Françon, la mujer que amara a pesar de los años que tengan que transcurrir para estar juntos. Howard considera que no está preparada para lo que se avecina. Ella no cree que él pueda superar las barreras que le impone la sociedad

Al adentrarnos en este personaje no podemos analizarlo bajo nuestra perspectiva. Tenderíamos al fracaso más estrepitoso, tenemos que verlo bajo sus propios ojos para así comprenderlo y luego entenderlo. Howard Roark no es un hombre corriente al cual se le puede medir bajo estándares comunes. Hay que escucharlo y así adentrarse en ese pensamiento tan poco común que se abrió paso gracias a su tesón y esfuerzo.

A Howard Roark hay que contemplarlo como un individualista radical enfrentadoalt text al colectivo, a ese hombre-masa que trata de sofocar su creatividad obligándolo a seguir la tradición y los imperativos socioculturales hasta reducirla a su misma condición: la de muchedumbre. Instándolo a abjurar de sus ideales y aceptar el decorativismo imperante. Existe una idea muy moderna en este personaje elitista: la alegría de vivir opuesta a la gravedad de los colectivistas que quieren sofocarla. En otras palabras, Roark, representa un proyecto arquitectónico nuevo. Le importa diseñar según sus normas y ser fiel a su visión de lo que debe ser un edificio, cómo cambia según los materiales disponibles y para qué se diseña el edificio. No le importa ser famoso. No le importa ser rico. No le importa obtener crédito. Le importa su visión y verla cumplida. Está claro en que la creación y la producción se llevan a cabo mejor como empresas individualistas.

alt textDe esta forma, la trama se centra en la trayectoria de Howard Roark, cuya personalidad radical, solo le interesa la creación, la satisfacción en la producción de su propio trabajo, de acuerdo con sus propios ideales y convicciones. Así comienza su historia, donde muestra una posición ante la vida y lo que espera de ella. Su interés está centrado en que sus obras sean reflejo de su sentir, de sus ideas, de sus propósitos. Inicia una batalla contra lo convencional de la arquitectura, donde la originalidad estaba fuera de lugar. Es un arquitecto vanguardista, ávido de romper con todo lo hecho hasta ahora en los terrenos de la arquitectura.

Sin someterse ante nadie, va lentamente alcanzando el éxito. Al final de la novela, Roark está de pie triunfante en lo alto de una torre que está construyendo, y Dominique viene a su encuentro, como lo vemos en este ejemplo: ´´Lo vio encima de ella, en la plataforma más alta del edificio Wynand. Él la saludó con la mano. La línea del océano cortaba el cielo. El océano subía conforme descendía la ciudad. Pasó los pináculos de los edificios de los Bancos. Subió sobre las torres de los templos. Después ya no hubo nada más que el océano, el cielo y la figura de Howard Roark´´. Pág. 452. El Manantial II de Ayn Rand.