El Manantial: Dominique Françon
Tenía los ojos grises que no eran ovalados, sino demasiado largos, con cortes regulares bordeados por líneas paralelas de pestañas, su cabello era de un oro pálido. Su fino cuerpo parecía fuera de toda proporción comparado con el cuerpo humano normal; sus líneas eran tan frágiles, tan exageradas, que semejaban un dibujo estilizado de una mujer. Es hija de Guy Françon, es hermosa, apasionada pero también ama la individualidad y todo lo que libere al hombre de la esclavitud de las ideas. Se casó con Peter Keating y luego con Gail Wynand. Se siente frustrada, insatisfecha y atormentada por no encontrar honestidad y belleza en este mundo.
Es la coprotagonista y es un personaje bastante complejo, su actitud en su entorno despierta en el lector sentimientos contradictorios. Para analizarla en su real dimensión hay que observar que las diferentes capas que se descubren de su personalidad que dan referencias de una mujer muy segura de sí misma, inteligente, ingeniosa, conocedora de la sociedad elitista en la que se mueve. Ama la individualidad y todo lo que libere al hombre de la esclavitud de las ideas. Trabaja como columnista en el New York Banner, un periódico amarillista, no por diversión, es su manera de sentirse útil y asume sus tareas con responsabilidad y se compromete a dar ella lo mejor, para con los que le toca trabajar.
Es una mujer que no cae en el estereotipo y tendrá que madurar durante toda la obra para unirse al hombre que ama desde el principio. Hay una atracción inmediata entre ellos que culmina en un encuentro sexual. Los encuentros y desencuentros amorosos se deberán a intromisiones externas. El mismo Howard se lo dice: ´´Tú tienes que encontrar tu propio camino. Cuando lo encuentres, volverás hacia mí. Ellos no te destruirán, Dominique. Tú triunfarás, porque has elegido el camino más arduo para liberarte del mundo. Yo te esperaré. Te quiero. Lo digo por todos los años que tendremos que esperar. Te quiero, Dominique´´. Pág. 546. El manantial I de Ayn Rand.
Precisamente, él no tiene miedo de las consecuencias o el precio que tenga que pagar por seguir los dictados de su razón, él está seguro de sí mismo, de su capacidad y de lo que hace, mientras que ella no ha llegado al punto de vencer el miedo a lo que le depare el futuro si sigue los dictados de su razón, entre los que estaría, vivir con Howard Roark.
Su trato con sus congéneres depende del conocimiento que tiene sobre ellos, es amable o indiferente, hasta sarcástica según cómo los conozca. Tiene un elevado modo de pensar que la lleva a ser perfeccionista, de amar las creaciones del hombre, sobre todo cuando son originales y únicas. No cree en el hombre de su tiempo, lo considera ignorante y un seguidor sin criterio, sin reflexión sobre lo que diga alguien que consideran experto y más capacitado que el artista o creador de una obra.
Uno de sus principios es la de dar al creador de una obra de arte perfecta todo su respeto. Es una idealista: la perfección, lo original y único, es lo que ella más admira y rinde tributo. Y solo quien lo entienda, lo viva puede ser su dueño. Conociendo estas premisas con las que vive Dominique se puede comprender su relación con Howard Roark a lo largo de la novela. Ama demasiado a Roark para verlo sucumbir a la envidia de la sociedad. Aunque es de pensamiento altruista y de adaptarse a su vida en sociedad, es en el fondo una pesimista.
No cree que las grandes creaciones hechas por el hombre deban estar en manos de ignorantes, no cree que la sociedad tal cual como piensa y vive en su mundo esté preparada para aceptar a Howard y su genialidad. Y siendo una mujer de profundas convicciones prefiere destruir a Howard ella misma que cualquier otro. Su campaña de desprestigio, su casamiento con Peter Keating y Gail Wynand es una manera de castigarse y castigarlo, a pesar de que siente una atracción abrumadora hacia él. Aunque sólo en Roark, su amor por la adversidad y la autonomía encuentran un digno igual y un reto intelectual. En este ejemplo lo observamos cuando Gail Wynand le dice: ´´—¿Sabes de qué estás enamorada en realidad? De la integridad. De lo imposible. Lo puro, lo consistente, lo razonable, la fe en sí mismo, el estilo propio como una obra de arte. Eso sólo se puede encontrar en el campo del arte. Pero tú quieres encontrarlo en la carne. Estás enamorada de eso. Ya ves, yo nunca he tenido ninguna integridad´´. Pág. 170. El manantial II de Ayn Rand.
El problema es que Gail no sabe que Howard representa todo eso para ella. Ignora que Dominique y Roark se conocen desde mucho antes, y que los une un profundo y poderoso amor que no puede destruir el tiempo. Por tanto, El Manantial nos mostrará la senda que Dominique tendrá que recorrer hasta hacerse merecedora de él.